martes, 22 de febrero de 2011

Yo también viví el 23F

Aquel día quedará grabado en mi memoria para siempre.
Yo estaba en Valladolid.
A las seis de la tarde estaba en mi coche, con mis dos hijos de cinco y un años, escuchando la radio, mientras mi mujer pagaba la letra mensual del televisor en color en una tienda de electrodomésticos que había en la Plaza Mayor.
El impacto emocional, al escuchar la erntrada de Tejero en las Cortes fue enorme.
No sentí miedo, tal vez por incosciencia, lo que sentí fue vergüenza y rabia a la vez.
Por aquellos tiempos yo no estaba activamente en política.
Lo había estado en los últimos años del Franquismo y los primeros de la transición, perteneciendo al Partido Socialista Popular.Cuando el PSP se integró en el PSOE en febrero de 1978, opté por abandonar la política activa. Habían pasado tres años y posiblemente mis datos de "rojo" estuvieran ya caducados. Sin embargo, tenía un amigo que se había presentado en las últimas elecciones municipales por el PCE y todavía se podín ver carteles con su nombre en algunas paredes.
Dejé a mi mujer y a mis hijos en casa y me dediqué a recorrer los diferentes cuarteles militares de Valladolid. No pude observar afortunadamente movimientos inquietantes y opté por regresar a casa e intentar localizar a mi amigo.
Pegado a la radio, fui viviendo el desarrollo de los acontecimientos.
Estaba convencido de que el Golpe no prosperaría.
No podía prosperar un Golpe de Estado que se estaba retransmitiendo por radio.
Cuando, por fin, el Rey lanzó su discurso por televisión la tranquilidad aumentó y la confianza en una solución sin traumas también.
Con el paso de los años, veo aquello como una gran chapuza de unos pocos iluminados, que podía haber acabado muy mal. Parecía una película de Berlanga, el guardia civil con su tricornio y su bigote, vociferando con una pistola en mano, el intento de tirar al suelo al General Gutiérrez Mellado sin conseguirlo, las conversaciones con el ultraderechista Carrés preguntando a Tejero que a qué número de teléfono debía llamarle(Desconocía el número de teléfono de las Cortes), el General Millán del Bosch sacando los tanques a la calle.En fin, una auténtica chapuza que evitó , tal vez, que hubiera un Golpe de los militares , mejor organizado.
Cada vez que veo en televisión aquellas imágenes, me vuelve a entrar una enorme vergüenza y a la vez la esperanza de que haya servido para que no se vuelva repetir nunca.

martes, 15 de febrero de 2011

Oscuras maniobras del Estado

He estado, ahora en Febrero, visitando el Parque de Doñana y El Rocío, y me he alojado en un Hotel cercano, en Matalascañas.
En dicho Hotel he coincidido con varios grupos del INSERSO de personas mayores y muy mayores, una tropa de jubilados ociosos a los que el Estado sostiene. Y supongo que sostener a tantos jubilados es muy costoso para el Estado del bienestar, ya que como son tantos hacen peligrar el vienvivir de los que administran su jubilación.
Y he aquí que me ha parecido que había ciertas maniobras para disminuir el número de gozantes del citado estado del bienestar.
Cuando, por la mañana, pasaba a desayunar al comedor del hotel, podía ver una multitud de mayores y muy mayores avalanzados sobre los mostradores de comida, como si vinieran de pasar cuarenta días de ayuno. Lanzándose como posesos a por los huevos fritos, panceta,embutido, matequilla y demás viandas grasientas acompañadas de zumos de varias clases.
La fruta, que era muy escasa, era absolutamente despreciada y agua no bebía nadie.
Podías ver a algunos mayores con bocadillos de anchura generosa asomando sin pudor la panceta y huevo frito y otros en los que se había mezclado abundantemente todo tipo de embutidos.
Si esto no es una maniobra para reducir el censo de jubilados, que me lo expliquen.
Había alguno que decía a los otros, como,come,come todo lo que te apetezca, vamos, hasta reventar. Son como niños tragones.
Una vez devorado todo lo que eran capaces de ingerir de una sentada, se levantaban como podían y comenzaban a salir del comedor, balanceándose como los "tente en pie"
y especulando con qué habría después para comer.